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Mi ViEja NO lo eNTenDeRÍa, de Dafne Mociulsky

PALABRAS INNECESARIAS*

Ojos de rayos x, eso parece que tuviera Dafne. Mira y le saca la ficha al asunto. ¿Explicar este libro? ¿Hacer un análisis muy erudito de los cuentos, del estilo, de la poética? ¿Buscarle analogías, comparaciones, filiaciones literarias...? No. Creemos que espantaríamos a los lectores o les arruinaríamos la experiencia.
Podríamos elogiar a la autora, pero no, tampoco sería necesario porque sus cuentos hablan por sí solos y te interpelan –a vos, lector–.

Acá bailotean nuestros fantasmas ante nuestros ojos y se desnudan –nos desnudan–. Así van transcurriendo historias que de tan fantásticas son perfectamente cotidianas, y situaciones que de tan trágicas, se vuelven cómicas.

De pronto te encontrás con piñas como “Pero claro, nadie te salva de vos mismo, ni a vos ni a nadie.” O “uno necesita, invariablemente, amor, y eso hace que uno se traicione sin cesar...” Uff... no importa, te recuperás y seguís leyendo.

Aparece delante de tus ojos un amor adolescente perfecto –y por ese mismo motivo, imposible–. Un amigo que le dice al otro exactamente lo último que éste quisiera escuchar. Un cobarde que huye ante la concreción de sus deseos.

Mujeres adictas, mujeres superadas, mujeres desorientadas, mujeres que no son mujeres.

Te tropezás con un “Lloraba porque existía. Era muy sutil para este mundo.” Pedís un respiro... pero no podés dejar de leer. Situaciones sexuales insólitas. Emociones en carne viva.

Bueno, no más parloteo. Te incitamos con la mayor de las irresponsabilidades a aventurarte en estas historias: el riesgo corre por tu propia cuenta.

                                                                                                                  Los Editores


*prólogo a la edición impresa