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De farsantes sobrevivientes y tontos, de Carolina Arias

PRÓLOGO*

“Me gusta la poesía que te deja la mente en silencio” rezaba el prólogo de un libro de poemas que compré una vez en una feria. La expresión hizo eco en mi cabeza, y no puedo despegarme de ella a la hora de escribir este prólogo.

Qué decir de una obra sin hablar primero del autor –en este caso, la autora–. 

Carolina Arias escribe dando pinceladas en cada palabra, cuidando hasta el último detalle del lienzo. Aquí nada está porque sí, nada queda librado al azar. Dicho esto, uno podría pensar que sus relatos quedan cerrados a una única y determinada interpretación; sin embargo, las cosas no funcionan de manera tan lineal: sus cuentos viven, con todo lo que ello implica.

Cuando esta obra llegó a mis manos junto al pedido de prologarla, me enfrenté al primer interrogante: ¿por dónde empiezo? ¿Cuentos, microcuentos, temáticas, recursos? Quise aventurarme tratando de encontrar un relato que pudiera resumir la obra completa, pero me resultó imposible.

Decidido a dar forma a este prólogo, fui de historia en historia anotando puntillosamente cada una de las impresiones –y emociones– que iban surgiendo cada vez que mis ojos recorrían las líneas que las forman. Ni bien llegué al final, comencé nuevamente por el principio, tratando de corroborar los resultados obtenidos y caí en la cuenta de que el asombro no había desaparecido y que aún podía extraérsele más jugo a la cuestión.

Desolado ante este panorama que se me presentaba cambiante, viendo palabras, frases e ideas bailotear frente a mí, opté por desmembrar cada uno de los cuentos y microcuentos que componen este libro. Fue entonces, después de tanta recorrida sobre estas páginas, que pude esbozar la idea de que los cuentos de Carolina Arias cobran vida con cada lectura que uno hace.

Supracromático, Animal, La mujer de rojo, Monjitas... todos y cada uno de ellos reflejan el alma humana. La mujer como objeto de deseo inalcanzable, la heroína abatida, el macho que siente perder su hombría detrás de un par de caderas seductoras.

En Vox Populi, la sentencia final aparece como una bofetada que nos obliga a replantearnos el sentido que les damos a las voces ajenas que merodean en torno a nuestros pensamientos; Utopía nos divierte al mismo tiempo que nos invade la idea de que lo que anhelamos ser y lo que se nos permite ser no siempre van de la mano. En Esos borroneados labios de café el paisaje del conurbano se presenta como el escenario ideal de una historia de encuentros, desencuentros,  espera y pérdida.

Con su prosa, Carolina Arias nos lleva de la mano por las calles porteñas y del Gran Buenos Aires; nos perfuma las palabras; nos hace vivir desencuentros, abandonos, muertes. Luego, sin preámbulos ni pretensiones desmedidas, nos devuelve la esperanza y nos deja la mente en silencio.

En estas páginas se percibe ese aroma a café artesanal, a noches de tango, a mate amargo y con espuma, a rimmel corrido, a tierra mojada; recorremos historias conocidas, nuestras historias, sin caer en lugares comunes, sin saber qué va a pasar.

En cada relato, la autora se encuentra agazapada, esperando el momento para darnos un zarpazo que nos desgarre o nos despierte: somos presas en su festín, tal como sus personajes.

Sin querer, nos dejamos llevar, nos dejamos hacer, mientras ella, la autora, Carolina, nos ceba un mate, nos ofrece un bizcochito y nos mira divertida porque sabe que ya cambió nuestro mundo.

                                                                                                        Cristian Walter

* prólogo a la edición impresa