Su desilusión fue inmensa
cuando descubrió que su madre no era la gallina de los huevos de oro. Ansió,
entonces, ser uno de esos huevos de las roscas. Se imaginó a sí mismo
convertido en un deslumbrante huevo de pascua. Hasta soñó con alcanzar la fama de aquel al que no se le puede
encontrar un pelo. Todo fue en vano. Reparó en ello cuando fue a parar a la
cocina y comprobó, desahuciado, que su destino final sería una pascualina.#