Se trata de
una amena novela que relata los vaivenes de una relación amorosa, que bien podría
ser la de cualquiera de nosotrxs.
La alusión
a la rayuela no es casual: allí se encuentra escondido nuestro querido Julio
Cortázar recordándonos que la vida no es tan distinta al juego de nuestra
niñez, y que la cuestión –en definitiva- es jugar y arriesgarse.
Ese es el espíritu que retoma esta novela. No se
vale de dramatismos desmesurados y rebuscados; sino que nos ofrece el sabor de
la poesía que encuentra en lo cotidiano quien sabe buscarla.